El impuesto de circulación y el cambio climático

La utilización del Impuesto sobre Vehículos como impuesto verde para luchar contra las emisiones de CO2 y el cambio climático es prácticamente insignificante en nuestro país, teniendo más repercusión entre otros países de nuestro entorno. Se hace improrrogable aprobar una ley marco europea de fiscalidad  que armonice y unifique la imposición tributaria a los vehículos en función de su impacto ambiental.

¿Cómo se regula en otros países?

En España existen bonificaciones medioambientales, reguladas por cada ayuntamiento. Las bonificaciones potestativas por el tipo de carburante utilizado o características de los  motores  y su impacto en el medio ambiente, pueden alcanzar por ley hasta el 75% de la cuota a pagar, produciéndose  diferencias significativas  entre los distintos ayuntamientos. En nuestra península, Portugal  recoge la exención  de aquellos vehículos exclusivamente eléctricos o “movidos con energías renovables no combustibles” desde el 2007. Las emisiones de CO2 de los vehículos determinan un treinta por ciento de la cuota a pagar. Por su lado, Andorra  no orienta el impuesto  a objetivos de mejora del medioambiente,  mientras que en Gibraltar  no se gravan los vehículos con un impuesto o tasa regular.

En Alemania se contribuye según la fecha de primera matriculación del vehículo, el tipo de motor (gasolina o diésel), la cilindrada  y las emisiones de CO2 del vehículo (desde el 2009), obedeciendo a tramos. En el 2021 estarán exentos los vehículos eléctricos de nueva matriculación (exentos desde el 2016  por 5 años, y con una reducción posterior del 50 %).

En Gran Bretaña  a partir del 1 de abril del 2017 el dato de las emisiones de CO2 es el único que se tiene en cuenta para el primer año desde su matriculación, con una tarifa plana de 140 libras excepto para los que tengan nivel de emisiones cero, que no pagan. Los vehículos diésel por su parte pagan una tasa mayor desde el 1 de abril de 2018 si son considerados como contaminantes. Las tablas de cálculo favorecen en el impuesto a los vehículos con menor incidencia medioambiental.

En Francia  el TVS (Taxe sur les Véhicules de Societé)  se basa por un lado en las emisiones  CO2 (g/km) y la potencia fiscal (caballos fiscales), y también desde el 2013 por la fecha de la puesta en circulación del vehículo. Se castiga con mayor importe a los vehículos diésel, y quedan exentos los vehículos de bajas o nulas emisiones.  Existe un polémico “malus” o penalización de pago único  para los vehículos nuevos con altas emisiones de CO2; en el ejercicio 2018 desde 120 g/km, para el ejercicio 2019 a partir de 117 g/km, en el año 2020  a partir de 110 g/km.

Italia  ha impuesto una “ecotasa” entre el 1 de marzo del 2019 y el 31 de diciembre de 2021 en la adquisición de vehículos según la tasa de emisiones de CO2.

La dispersión normativa

Las diferencias  son significativas entre los distintos países. Se han ido adaptando las legislaciones para favorecer con bonificaciones y exenciones a aquellos vehículos con mayor eficiencia energética  y menor nivel contaminante. Resta saber si se producirá una mayor armonización a nivel europeo, y como se seguirá adaptando la tributación a un entorno cambiante y a la lucha contra el cambio climático.